FACUA Consumidores en Acción ha alertado que en 2013 se ha cortado la luz a un millón de hogares. Éste es un “caso de libro” sobre pobreza energética en la Europa del siglo XXI.
Mientras, con la factura eléctrica se pagan cosas como el Impuesto sobre la Electricidad IE. No mucha gente sabe que con este impuesto no se paga nada que tenga que ver con la electricidad.
El origen del IE tiene que ver con las subvenciones a los lobbies sindicales y patronales del carbón. Al ser prohibido este mecanismo por la UE, se mantuvo el impuesto pero se cambió su fín que ahora es la financiación del estado de bienestar de las comunidades autónomas.
Parece humor negro español. Se corta la luz a un millón de familias por no poder pagar el IE para el estado de bienestar o la burbuja fotovoltaica que tanto bien nos iba a hacer. Pagamos por la electricidad uno de los precios más altos de Europa. Así lo afirma Marín Quesada, el presidente de la CNMC nada sospechoso de veleidades radicales.
En contra de lo que se hace creer, el problema principal de la pobreza energética no radica en el coste de la energía en los mercados mayoristas ibéricos que están dentro de las medias europeas; es un coste sólo mejorado claramente en el mercado nórdico NordPool.
El problema principal de la pobreza energética se encuentra en todo lo que se mete en la factura eléctrica española, y que no tendría que ser recaudado por esa vía, y también en inventos como el “déficit de tarifa” de aquel inefable gobierno cuya estrella económica era Rodrigo Rato. Hay que saber que el “déficit de tarifa” es un invento para enmascarar “qué” se paga y aparentar que este “qué” apenas cuesta al consumidor al demorar su pago a largos plazos. Vamos, consiste en endosar “muertos” económicos a los que vienen detrás.
El mismo sistema han mantenido el ya citado Rato y su antecesor y sucesor Pedro Solbes. A la luz de lo que se va destapando queda bien claro que ni uno ni otro tienen que ver con el liberalismo o la socialdemocracia ya que está claro que la pobreza energética es una vergüenza social en la Europa del siglo XXI, pero sus causas perjudican también, y mucho en algunos casos, a la industria al incrementar sus costes de producción y reducir su competitividad internacional.
Una vez más, esto no es un problema de derechas o izquierdas, es una cuestión de sentido común. Que no nos hagan creer que para resolver el problema de la pobreza energética sólo se puede ser de unos u otros. Vale ya.