El debate Rajoy-Sánchez de las elecciones generales 2015 nos han deparado un espectáculo bochornoso. No decimos bochornoso por los insultos que se han cruzado, seguramente lo han hecho porque tienen razones para merecerlos. Lo decimos por el insulto que ha supuesto a la inteligencia de los ciudadanos el resto de sus intervenciones.
De un lado, un Pedro Sánchez que para ser honesto, antes de hablar de decencia, debería haber pensado en los ERE, los cursos de “formación” de los sindicatos hermanos, Mercasevilla, Paula Chaves y su padre presidente de la Junta de Andalucía y el PSOE, las retribuciones de los alcaldes de la Federació de Municipis del PSC, el tranvía de Parla, el aeropuerto de Ciudad Real, Caixa Catalunya, Caja Castilla la Mancha, su propio papel en el Consejo de Caja Madrid,…La actitud de Sánchez en este asunto parecía la de un proxeneta criticando la prostitución.
De la burbuja fotovoltaica al impuesto al sol, el truco Rajoy-Sánchez.
Mejor podría haberse dedicado a explicar cómo, en concreto, piensa su partido abordar el tema del autoconsumo energético y mantener simultáneamente las infraestructuras eléctricas existentes. O, de donde va a sacar los recursos para paliar la pobreza energética. O, qué piensa hacer respecto la puerta giratoria.
También podría explicar qué tiene que ver con la socialdemocracia favorecer, a costa de todos los españoles, que se lucraran con huertos solares a precio de oro unos inversores en muchos casos provenientes del ladrillo. La consecuencia, un roto de enormes dimensiones –decenas de miles de millones de euros- cuyo pago ha devenido en la pobreza energética.
Siguiendo en esta línea, nos podría haber ilustrado sobre qué tiene de socialdemócrata el subir brutalmente los peajes a los consumidores. O, el aprobar contratos leoninos en materia de depósitos estratégicos de gas en contra de los intereses generales y a favor de conocidos empresarios.
En definitiva, un personaje que, para pretender debatir seriamente, se encuentra a años luz de los Boyer, Barón, Borrell, Marín, …, incluso del propio Jordi Sevilla que le acompaña.
Del otro lado, un Mariano Rajoy pasmado ante la actitud de un oponente que parecía entrenado para este debate por algún/a protagonista de la tele-basura y el famoseo. Un personaje, Rajoy, cuyo gobierno, en contra de sus promesas, ha subido los impuestos, ha modificado los peajes de la factura eléctrica en perjuicio de la eficiencia energética y para colmo, al final de su mandato, ha aprobado un Real Decreto 900/2015 para penalizar gravemente el autoconsumo.
Es cierto que Rajoy, nieto de un represaliado por Franco, nunca ha presumido de ideología, sencillamente es un conservador. Precisamente por ello, para que nadie se llame a equívoco, podía contener a sus compañeros cuando presumen de un liberalismo económico con el que no tienen nada que ver. Son tan absolutamente intervencionistas los populares como sus compañeros socialistas. Es más, ambos ocultan por igual que liberalizar el mercado no significa en absoluto su desregulación.
El que la herencia recibida sea nefasta y de consecuencias que todavía padecemos, lo que es cierto, no da amparo en absoluto a una gestión energética ultraconservadora y que ha desaprovechado la crisis para cambiar de modelo y alinearnos en este campo con los países más desarrollados. Inmovilismo por norma, aunque es cierto que, por la vía elegida, han conseguido superar el déficit eléctrico creado en 1997 por Aznar y disparado escandalosamente en 2005 por Zapatero; la cuestión es ¿a costa de qué y quienes se ha conseguido este objetivo?
Obviamente, Rajoy intentaba colocar su repetitivo mensaje “nos estamos recuperando” maniatado por Matas, Bárcenas, Granados, Rato, Blesa y Caja Madrid, la Gurtel, la gestión de Camps en la CAV,…El que Rajoy personalmente no haya metido la mano en la caja, no le exime de responsabilidad en este tema. Lo que sorprende de él y su equipo es su incapacidad para entender esto.
Superado el bochorno, tras el debate Rajoy-Sánchez lo que ha quedado claro es que ambos contendientes son las dos caras de una misma moneda y que puestos a hablar de energía, a los dos se les ha olvidado contarnos que piensan hacer en el caso de la suspensión de pagos de la tecnológica Abengoa. ¿Van a ayudar, o no, a este líder mundial? ¿Cómo? Y, puestos en faena, a tratar el papel de la “puerta giratoria” en este tipo de empresas cuyo crecimiento está vinculado a su relación con los círculos del poder político. ¡Luz roja!, callemos porque en estas cosas estamos implicados los dos partidos.
Silencio también respecto al depósito Castor cuyo desastre parece ser que va a empezar a cargarse en el recibo del gas de este enero 2016. Sánchez callado porque ellos son los irresponsables que han dado lugar a este fracaso. A Rajoy, el pasmo lo mantenía ausente y repitiendo como un autómata su mantra para esta confrontación.
Además de cómo se han calificado el uno al otro, estamos ante unos incompetentes en la defensa de los intereses de los ciudadanos españoles. La socialdemocracia, el liberalismo y el libre mercado hundidos. Los oligopolios encantados.